En los países de tradición católica,
se celebra el 1 de noviembre; mientras que en la Iglesia Ortodoxa se
celebra el primer domingo después de Pentecostés; aunque también la
celebran las Iglesias Anglicana y Luterana. En ella se venera a todos
los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico.
Por tradición es un día feriado no laborable.
La Iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un
mártir
en el lugar del martirio. Frecuentemente, los grupos de mártires morían
el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En
la
persecución de Diocleciano,
el número de mártires llegó a ser tan grande, que no se podía separar
un día para asignársela. Pero la Iglesia, creyendo que cada mártir debía
ser venerado, señaló un día en común para todos. La primera muestra de
ello se remonta a Antioquia en el Domingo antes de
Pentecostés.
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